SEGURAMENTE TODO HUBIERA SIDO MÁS FÁCIL SI TE HUBIERAS QUEDADO JUNTO A MI...

Es vago el recuerdo de cuantos años han pasado, porque mi mente se encargó de salvaguardarse e ir eliminando pequeños detalles para no caer en el dolor constante y repetitivo de llorar por tu partida; sin embargo, si recuerdo los detalles, la forma y sobre todo la llamada que hizo un stop, y logró general un silencio incómodo y certero en el cuarto mientras que en la bocina del teléfono en algún otro lugar anunciaban que te habías lanzado al vacío. 

Yo era un niño para aquel entonces, no sabía mucho de nada y entendía mucho de muy poco, la noticia para mí fue fuerte, pero también era como esos sucesos que uno no entiende si son reales o no, pero que rápidamente van cobrando relevancia a medida que ves que los adultos a tu alrededor están siendo afectados en serio. Y es ahí donde entendí que el que se lanza al vacío no siempre vive, que las historias de muñequitos mentían, y que los superhéroes perdían credibilidad, porque sencillamente en la vida real las cosas pasan de otra manera y muchas veces no existen poderes y mucho menos segundas oportunidades. No logró tampoco recordar mi reacción durante esos días, pero sí huelo aún el ambiente frío, y siento el dolor que sentía de saber que quizás no volvería a verte, hablarte o escucharte. 

Es raro, pero existe un fenómeno complejo de llevar en estos casos y es que muchas veces el dolor de los niños no es tomado tan en cuenta por los adultos porque existe una vaga creencia que hace pensar que uno no entiende o dimensiona las cosas, y que solo el que puede comprender los hechos al máximo es el único que de verdad se puede sentir afectado, y no es así, en mi caso existía un dolor acumulado, una parte nacía del sentimiento propio, pues tú no solo eras mi conocido, sino también el que consideraba mi único y mejor amigo, adicional a eso ver como mis familiares sufrían sumaba mayor dolor y preocupación, porque es justo en ese punto en el que te das cuenta de que no puedes hacer absolutamente nada para ayudar, es ese el momento en que eres un ente, un ser que debe permanecer silencioso, y cauteloso de no hacer ningún comentario o pregunta por qué con la mínima cosa todo puede detonar para mal, y que si o si debes empezar a sentir a tu manera sin derecho a expresar nada. 

Puedo decir que presentía que no volverías, las dos veces que te vi en el hospital después del suceso, algo me hacía pensar que ya era el final, y no me equivoque, por alguna razón mi corazonada o instinto ya era bastante agudo en esa época y me dejaba saber cosas que quizás otros no podían ver; varias veces escuche a otros decir frases como: movió la mano, parece que responde, él nos escucha, etc., pero yo sabía que ya no estabas aquí, dolía y mucho no lo niego, pero es tanta la inocencia de ser niño que aun en ese momento trataba de hacerme un lavado cerebral y me hacía el loco para intentar creer lo que muchos ya casi aseguraban era un milagro, porque según ellos lograrías vivir. Sin embargo, no fue así, te fuiste, y con el pasar de los días lo confirmaron los médicos, ya no estabas aquí, y eso yo ya lo sabía, pero con esas palabras políticamente correctas que se nombran para anunciar una noticia así en un hospital se reafirmó el sentimiento de dolor y experimente la primera gran punzada en la boca del estómago que sentí en mi vida, ese  retortijón que se mezcla con lágrimas que se van acumulando en tus ojos, ese nudo que parece que no te deja respirar, pero que a la vez atraviesa hasta tu espalda y te recuerda que estar vivo es un milagro diario y que todo puede cambiar en segundos, es ese dolor que no suena, pero arde, ese dolor real, es ese dolor de perder a un ser amado.

Hoy escribo esto que nunca le he dicho a nadie, porque acabo de ver tu foto y tu recuerdo me obligó acudir al teclado a desahogarme un poco, y por alguna razón escribiendo pienso que seguramente todo hubiera sido más fácil si te hubieras quedado junto a mí, sabes por qué, porque hubieras podido escucharme más historias locas, porque me hubiera reído más de tus  chistes flojos, porque sin duda alguna hubiéramos hecho más de una pilatuna, porque ese olor dulzón y empalagoso a “It's you” hubiera seguido acompañando mis días, porque mis oídos quizás se hubieran acostumbrado a oír a Diomedes día y noche o porque quizás de alguna manera hubiéramos podido realmente poner un negocio que nos funcionara y haberle hecho justicia a ese pequeño local de maquinitas que tuvimos alguna vez. 

Seguramente todo hubiera sido más fácil si te hubieras quedado junto a mí, porque tendría menos miedos y me hubieras enseñado hacer más valiente, así como cuando me dijiste “déjelos que se maten” mientras yo gritaba algo asustado, que dos hombres se apuñalaban frente a nuestro negocio una mañana de domingo, seguramente todo hubiera sido más fácil si te hubieras quedado junto a mí, porque hubieras conocido a mi hijo que lleva tu nombre, porque quizás algún consejo desparpajado me hubiera hecho sentir mejor en los años en los que viví de cagada y cagada, por alguna razón pienso y siento que seguramente todo hubiera sido más fácil si te hubieras quedado junto a mí.

O quizás no, quizás la verdad es que tenías que irte, quizás la verdad es que tenías que ser el ángel que has sido para muchos, quizás es que días como hoy escribo solo con mi pensamiento egoísta de creer saber que es lo que debió ser, quizás si tenías que irte, porque necesitabas la paz que no lograste conseguir aquí, quizás tenías que irte porque no eras de este ni para este mundo, quizás también es que no me acostumbro y todavía no supero ese dolor de hace más de 20 años, sinceramente quizás es que ni siquiera sé qué decir. No he tenido muchas perdidas en mi vida, pero dos me han marcado sumamente y una fue la tuya, por eso hoy te escribo para contarte mi versión como si me leyeras aunque sé que no es así, pero el simple hecho de creer que lo haces me hace sentir feliz, no sé donde estás mi querido amigo Juli, pero vuelvo y repito contradiciéndome, Seguramente todo hubiera sido más fácil si te hubieras quedado junto a mí.

Kalee Guauta